RUY LÓPEZ contra GIOVANNI LEONARDO Roma, 1560
La noticia de la primera partida del ajedrez moderno en que se conocen los nombres de ambos contendientes nos la proporciona Ruy López de Segura (c. 1530-c. 1590) en su tratado titulado Libro de la invención liberal y arte del juego del ajedrez editado en Alcalá, en casa de Andrés Angulo, en 1561.
De lo escrito hasta ese momento sobre ajedrez, sólo nos han llegado cinco obras conteniendo aperturas con las reglas habituales de juego en uso:
Lucena. Arte de ajedrez con CL juegos de partido. Salamanca, c. otoño 1497.
Lucena. El Manuscrito de Göttingen, que se puede fechar c. 1505.
Lucena. El Manuscrito de París/Place, que se puede fechar c. 1515.
Lucena. El Manuscrito de París, fondos alemanes 107, que se puede fechar c. 1530.
Damiano. Questo libro e da imparare giocare a scachi et de le partite. Roma, 1512.
Pero en ninguna de las aperturas que nos han legado Lucena y Damiano se atribuyen los juegos a jugadores determinados. Únicamente nos es lícito aventurar la posible procedencia de los análisis, atribuyéndolos a una partida jugada por su autor, cuando su longitud excede los límites razonables para este tipo de trabajos. Por ejemplo: entre las aperturas que da Lucena, la del Manuscrito de París, fondos alemanes 107, Regla 4, con sus 23 jugadas o la del Manuscrito de Göttingen, Regla 8, con sus 33 jugadas, bien pueden considerarse como procedentes de la práctica del juego.
Ruy López dedica la Tercera parte de su tratado a la traducción, análisis y crítica de la obra de Damiano. Cuando López analiza el que, según dice, “en España le llaman el juego del gambito del Damián”, 1.e4 e5 2.Cf3 f6 3.Cxe5, en el Capítulo VI de la citada Tercera parte, inserta una partida con sus recuerdos personales de su visita a Roma en el año 1560.
La partida, con los comentarios de Ruy López, es la siguiente:
Ruy López de Segura, el Clérigo - Giovanni Leonardo de Cutro, el Puttino.
Roma, 1560
Gambito del Damián (C40-1-nota1)
1. e4 e5
2. Cf3 …«Para tomar el peón del rey contrario, si no lo guardare»
.2. … f6
3. Cxe5 fxe5
4. Dh5+ g6
5. Dxe5+ De7
6. Dxh8 Cf6
(Ver diagrama)
«Si el negro tomare el peón del rey contrario con la dama, dando xaque, el blanco mudaría su rey a la casa de su dama y el negro no le puede hacer mal.
Si el negro jugare el caballo a la 2 de su rey, el blanco le tomaría la dicha pedina, o peón del roque, y haría cómo trocar la dama, porque por este modo le habría ganado».«Si cuando el blanco tomó el roque con la dama, el negro no tomare con su dama el peón del rey blanco dando xaque, como hemos dicho, antes jugare el caballo de su rey a la 3 del arfil, pensando encerrar la dama blanca, el blanco jugaría el peón de su dama cuanto va, para abrir la vía al arfil de su dama».Es decir, si 6. … Dxe4+ 7. Rd1 «y el negro no le puede hacer mal», ya que si 7. … Ce7 8. Dxh7 «y haría cómo trocar la dama, porque por este modo le habría ganado».
7. d4 «Y no lo jugaría una casa [7. d3] por no cerrarla al arfil de su rey, porque es menester que para el socorro de su dama estén los arfiles prontos y no se cure al presente de guardar un peón, porque quedando libre la dama, queda el juego mucho mejor que el de su enemigo y con suficiente ventaja para poder ganarlo.
Y a no jugarse así se podría ver en aprieto el juego blanco.
Pero desembarazando la vía a los dos arfiles [con 7. d4], al de la dama para poder jugarlo a la tercera del roque contrario [Ah6], sobre el arfil del rey que está cubierto con la dama y al del rey para poder dar xaque al rey contrario [Ac4+], si se viniese con su rey a la 2 de su arfil.Y esto, no luego —que no sería buen lance, porque el negro se cubriría con el peón de su dama cuanto va [d5] y si el blanco lo tomase con su arfil [Axd5+], el negro tomaría con su caballo [Cxd5], porque el blanco no podría descubrir— pero a su tiempo. Y lo otro —se ha de jugar así largo el peón de la dama [d4] para poder, cuando conviniere, pujar el peón del rey otra casa adelante [e5], sobre el caballo del rey y que quede guardado con el peón de su dama.Ninguna cosa de aquestas tocó Damián, siendo juego que lo hacen algunos jugadores, principalmente con los que no saben mucho y aun conmigo mesmo lo jugó, algunas veces, un extremado jugador que se hacía llamar el “muchacho de Roma”. Y esto, estando en Roma, al principio del pontificado del papa Pío 4, en el año de 1560».
La importancia histórica de este último párrafo de sus comentarios, dándonos la referencia de su rival, lugar y fecha del encuentro con su circunstancia, es enorme, tanto por ser la primera referencia que nos ha llegado de una partida del nuevo ajedrez con el nombre de ambos contendientes, como por la categoría de los jugadores.
El éxito de la obra de Ruy López hizo que en Italia se copiase o tradujese en diversos manuscritos, al menos en seis ocasiones, total o parcialmente, antes de la traducción publicada en Venecia en 1584.
Pero entre estos manuscritos sólo uno contiene la traducción del Capítulo VI que nos ocupa.
Se trata del manuscrito anónimo que se custodia en la Biblioteca Apostólica Vaticana y que se conoce como Urbinate.
Este manuscrito se puede fechar hacia 1561/1570 y como ya hizo notar Adriano Chicco (1907-1990) en 1980, en su opúsculo sobre Ruy López, aporta alguna claridad sobre el párrafo que estamos considerando.
Veamos lo que dice Urbinate: «Questo non dice il Damián, e modo da g[iocare] che lo fano alcuni periti giocatori et a me medesmo lo ha fatto il piu nominato giocatore che era in tutta la Italia, che se diceva il Putto di Roma, essendo in Roma. Ma facendolo, ha perso 2 volte, per questo modo che le ho detto».La personalísima traducción y redacción de este párrafo nos lleva, casi sin querer, a sospechar que su anónimo autor estuvo presente en los encuentros y los detalles que añade a las noticias son muy interesantes.
La aclaración de que el Puttino ha perso 2 volte, o sea “ha perdido 2 veces” nos completa y precisa el ambiguo “algunas veces” de Ruy López, que, quizá por haber sido uno de los jugadores, no quiso darnos. La edad del “muchacho de Roma”, en torno a los 10 años, no es como para presumir de las victorias, pero sí para reseñarlas, tal y como hizo López.
Esto nos permite, al estilo actual, situar el marcador del encuentro de Roma en 1560:
Ruy López de Segura, el Clérigo 2
Giovanni Leonardo de Cutro, el Puttino 0
Otro tema que aclara Urbinate, sin ningún género de duda, es que el extremado jugador que se hacía llamar el “muchacho de Roma” es “il Putto di Roma”, es decir Giovanni Leonardo, de Cutro, (Calabria, c. 1550-1597), conocido en la literatura italiana como “il Puttino”, debido a su baja estatura. La edad del “muchacho de Roma” a principios de 1560, cuando tuvieron lugar las partidas es otro tema controvertido.
La palabra “muchacho” que López utiliza para referirse a Leonardo tiene en castellano un sentido muy claro. Sebastián de Covarrubias da la siguiente definición en su célebre Tesoro en 1611: MOCHACHO. Este vocablo tiene el mesmo origen que el pasado, conviene a saber, MOCHO, mutilus, porque no ha crecido todo lo que ha de crecer. Es decir, un niño que no ha llegado a la adolescencia, aproximadamente entre los 7 y los 14 años.
Que Ruy López, que a su vez había sido niño prodigio y conocido como el “niño de Zafra”, aceptase el encuentro en Roma con el Puttino, entonces de unos 10 años, y luego lo reflejara en su tratado, parece absolutamente normal.Otro dato que nos confirma la fecha que da López es la referencia al “papa Pío 4”, Giovanni Angelo Médici (Milán 1499-Roma 1565) que era de origen humilde y sin fortuna y nada tenía que ver con los célebres Médici de Florencia, aunque a veces se le adjudique esa relación familiar. Fue proclamado Romano Pontífice y coronado el 6 de enero de 1560, y fue entonces cuando López viajó a Roma: Y esto, estando en Roma, al principio del pontificado del papa Pío 4, en el año de 1560.
Vamos a terminar viendo algunos aspectos técnicos de la apertura que utilizó López y cómo se han recogido en varias importantes obras que han dedicado a nuestro autor algunas páginas. En primer lugar llama la atención que López no da el desarrollo completo de las partidas jugadas con Leonardo y sólo nos da la apertura hasta la jugada 7.d4 de las blancas, que él conducía.
A continuación justifica el doble paso del peón dama para permitir la puesta en juego inmediata de los alfiles, para salvar a su dama, y según dice, ganar el juego y también porque puede apoyar el avance e5 en su momento. Pero advierte que a 7. … Rf7 no debe jugarse inmediatamente
8. Ac4+? que compromete el resultado de la partida o como él dice “Y esto no luego — pero a su tiempo”.La línea de juego utilizada en esta partida ya se conocía desde que Lucena la recogió en la Segunda Regla de su Arte de ajedrez con CL juegos de partido en 1497. Pero Lucena terminaba con 6. Dxh8 y daba la partida por ganada. Damián, en 1512, en la tercera apertura del Capítulo II, continuaba la línea de Lucena con 6. … Dxe4+ 7. Rd1 Ce7 8. Dxh7 y recomendaba cambiar las damas: et vedi de cambiare le done che lo hai guadagnato.
Así pues, la jugada con la que Leonardo intentó encerrar la dama blanca —6. … Cf6— tras la captura de la torre, era, como ahora diríamos, una novedad teórica.
La respuesta de Ruy López —7. d4, a su vez, otra novedad teórica— debió sorprender a Leonardo y de ahí su insistencia en intentarlo una segunda vez.
El hecho de que López encontrase sobre el tablero una refutación que le condujo a la victoria en las dos partidas jugadas, avala su comprensión del juego y debió contribuir no poco a su fama en Italia.
El tratamiento que ha recibido en la literatura especializada la partida López-Leonardo y el párrafo con las circunstancias en que transcurrió, ha sido lamentable. Vamos a repasar sólo cuatro de las más importantes, para que los lectores puedan hacerse una idea.Antonius van der Linde (1833-1897), en su estudio dedicado al siglo XVI, cuando reseña el capítulo de López que nos ocupa, oculta al lector el nombre de los jugadores y para ello no duda en mutilar el párrafo de López para que no aparezca la referencia aun conmigo mesmo lo jugó, algunas veces, un extremado jugador que se hacía llamar el “muchacho de Roma”. Además de esto, da como jugada la variante 7. … Rf7 etcétera, que como hemos visto, López da como análisis de una posible continuación.Harold J. R. Murray (1868-1955), en su historia del ajedrez de 1913, con imaginativa soltura, hace crecer al “muchacho de Roma” y le convierte en un talludo universitario, que según nos informa —de su cosecha, sin citar fuentes— era “a young law student”. Presenta la partida, siguiendo a don Antonius, como si la variante analítica de López se hubiese jugado. Pero además, no define quien juega con blancas o negras, con lo que el lector no sabe quién gana o pierde. Como el resultado de la posición final que da como jugada —la variante del análisis de López— no le debe parecer lo suficientemente clara, comenta tras la última jugada: “9. B´P+ Kt´B, and López won eventually”. ¡Ay! ese traidor “eventually” deja al lector sin saber a qué atenerse, remachando la ambigüedad reinante.Ludwig Bachman (1856-1937), en su historia del origen de la teoría en 1926, sólo utilizó la información procedente de los trabajos de Linde. Ello le condujo a que , en el caso que nos ocupa, la partida de López-Leonardo aparezca sin especificar los jugadores y que figure con la variante del análisis de López, 7. … Rf7, como si se hubiese jugado. Por supuesto, no da el párrafo de las circunstancias de la partida y ni siquiera lo menciona.Adriano Chicco (1907-1990), que tan importantes aportaciones hizo a la historia del ajedrez, tampoco en este caso acertó a darnos, en su opúsculo sobre Ruy López (1980), la información adecuada. En primer lugar da como jugada la variante, tantas veces citada ya 7. … Rf7, y a continuación atribuye al autor de Urbinate el análisis de las ventajas e inconvenientes de 7. d3 o 7. d4 que son mera traducción del texto de López.En cuanto a la apertura utilizada hay que recordar que, además de en el tratado de Damiano, de donde tomó el nombre, de 1512 o cualquiera de las ediciones posteriores que pudo caer en manos de Ruy López, aparece ya recogida en el Arte de ajedrez con CL juegos de partido de Lucena, en la Segunda Regla, en 1497 y posteriormente en sus otros tres manuscritos. Pero como Ruy López nunca hace referencia a otro autor anterior que no sea Damiano, hay que aceptar que no llegó a conocer las obras de Lucena, ni la impresa de 1497, ni los manuscritos posteriores, de mucho más difícil acceso. Por esa causa, he mantenido el nombre de la apertura, tal y como López lo hace, “Gambito del Damián”, aunque desde el punto de vista histórico, sea una injusticia más, ya que le correspondería el nombre de “Gambito de Lucena” con mucha mayor propiedad. En cualquier caso, el tradicional desconocimiento de las obras de Lucena ha hecho que esto mismo suceda con el resto de las aperturas que recogió, como por ejemplo con la Apertura española o el Ataque fegatello en la Defensa de los dos caballos, que tan ilustre autor ya practicaba.
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Joaquín Pérez de Arriaga